El limite de la materia
PoesÃa
Alberto Cisnero
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Editorial Ruinas Circulares
92 páginas
CON UNA UBICACIÓN GEOGRAFICA Y TEMPORAL se abre esta colección de poemas de Alberto Cisnero, que abarca cinco libros inéditos: "la margen de un río edicto y policíaco". La presentación, si así la llamamos, que el narrador hace de sí mismo es la de su texto: hay una elaboración al mismo tiempo del lenguaje y de la imagen visual, que será el centro de esta poesía. Como si en el decir estuviese asimismo el presentar, Cisnero pasa de largo de las modas. Vuelvo a esas ocho palabras que podemos tomar como apertura y prólogo: "la margen" nos anuncia una suerte de hábil y natural casticismo; el resto califica a un objeto, un río, con dos palabras sacadas de su contexto y convertidas en adjetivos ambas, siendo que la primera, en origen, es sustantivo: edicto. Cuando alguien trabaja de esta manera lengua y materia, me da la impresión de que tiene mejores chances de construir su choza en la orilla más calma y más desértica. Cuando aun el naufragio es tratado con elegancia, quiero decir, el efecto del utillaje es más hondo y perdurable: "qué será de nosotros, de nos, / de no, el metro de lo existente, / su disolución obsesa", se pregunta, por ejemplo. Y vale aquí la forma. A lo largo de cinco libros, Cisnero acumula mérito en la lengua sobre el fondo de un paisaje degradado y sin embargo vital. Recorre un "azar aburdelado". Una pampa está detrás y, delante, una ciudad criolla percudida, rugosa: con sus pliegues se arma este tejido. Troya convivirá con remingtons que pueden ser viejas máquinas de escribir o fusiles. El paco con vino barato y arcadias derrumbadas; la espuma sucia de la marea con los trasbordos; infrascritos con haikus sobre rosas y mantas pampas. La forma reina, sin embargo, en el desorden de estos fragmentos. Y la restitución de forma y lenguaje es la tarea del narrador en un paisaje que no se sostiene. En la lengua enciende entonces el lejano sol de las calendas, moribundo pero viviente.
JORGE AULICINO
ALBERTO CISNERO (La Matanza, 1975). Escribió: La sustancia en infracción (2002), Los dados de la muerte (2004), Mil brillos apagados (2007), Akullico (2009), El precursor químico (2009), Tagsales (2010), Adiós y hasta pronto (2010), El movimiento obrero granizado (2011), Robé un auto para trasladarme a las soledades vivientes (2012) y las novelas, Hablamos cuando se pueda (2011) y Treinta dineros (2012). El presente volumen incluye los cinco primeros títulos.